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M y M
Yo tenía la buena fortuna de trabajar con mujeres jóvenes
excepcionalmente listas en mis clases de español. En el primer año, por ejemplo, estudié e
hice proyectos con Lauren. Además de
ser muy bondadosa y una persona con quien era un placer hablar, ella estaba
brillante en una manera fuera de los diagramas. Había sido número uno en su clase en la
escuela secundaria Sentinel. Tenía la
habilidad de entender y recordar cosas casi instantáneamente. Era verdaderamente increíble ver sus
habilidades en acción.
Esta buena suerte continuó en otras clases. En mi clase de conversación avanzada, un
día la profesora nos dijo que quería que hiciéramos presentaciones en
grupo. A mi lado estaban dos mujeres
jóvenes —Melanie y Meredith.
—¿Qué piensan
ustedes? ¿Quieren trabajar juntos? —yo
pregunté.
—Sí, ¿por qué no? —respondieron juntas.
Continuábamos discutiendo varios alternativos. La profesora quería algo relacionado a la
cultura hispana. Comunicábamos por
correo electrónico y antes de la clase.
—Tengo una idea —yo ofrecí—. Tal vez podríamos discutir la política
migratoria desde los perspectivos distintos.
Podríamos tener un demócrata, un republicano y un latino.
—¡Yo quiero ser republicana! —dijo una.
—¡Y yo demócrata! —dijo la otra.
—Vale. Puedo ser el latino. –yo
respondí.
Continuábamos en esta manera.
Escribimos un guion, que compartimos por correo electrónico —las dos
mujeres y yo. Meredith, Melanie y
yo. Melanie, Meredith y yo. Las mujeres de «M − e».
Después de un par de semanas de esta interacción, la fecha de la
presentación se acercaba.
—Deberíamos ensayar la presentación, ¿no creen ustedes? —yo pregunté
mirando a las dos.
—Sí —respondieron ellas casi al unísono.
Entonces, el sábado era la fecha del ensayo. Yo estaba en el cuarto de estudio cuando
llegó la primera.
—¡Hola, Meredith! —yo le saludé.
—Soy Melanie —ella respondió, con jovialidad en los ojos.
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